El deceso del vicealmirante César De Windt Ruíz, acaecida la madrugada del pasado sábado, en esta capital, ha causado pesar, no solo entre sus familiares, los miembros de la Marina de Guerra, sino en la población civil, en la que me incluyo, ya que se trata de la desaparición física de un ejemplar ciudadano, con una excelente hoja de servicio en nuestra gloriosa armada naval.
Al almirante De Windt Ruíz, a su distinguida esposa Tania Fernández, a su respetable padre, Cásar de Windt Lavandier, vicealmitante retirado, también ex jefe de la Marina de Guerra, les conocí y traté tras su designación el 16 de agosto de 2004, en la base naval 27 de Febrero, sede de esa institución, en Sans Soucí.
La noticia sobre su deceso, causó gran pesar en mí y otros colegas periodistas, quienes compartimos muy de cerca con este almirante, un oficial altamente calificado, gran amigo y respetuoso.
Su paso por la Jefatura de Estado Mayor, asi como los demás importantes cargos que desempeñó en la Marina de Guerra, los asumió con humildad, según cuentan oficiales que les acompañaron.Su esposa, por igual, realizó una excelente labor desde la presidencia de la Asociación de Esposas de Oficiales de esa institución.
Una muestra del gran aprecio que les tenían, fueron las manifestaciones de pesar tanto durante su velatorio en la funeraria Blandino, en la avenida Abrahan Lincolm, como en el Cementerio Cristo Rerentor, donde se les dió cristiana sepultura, el pasado domingo, que se convirtió en gran manifestación de pesar.Paz a los restos del que fuera gran amigo.
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