Ha causado mucha extrañeza en Santiago, los gestos que supuestamente mostró el cadáver de una menor de 14 años, dada por muerta clínicamente el pasado sábado por los médicos del hospital Regional infantil Arturo Grullón de esta ciudad.
Al ser dada por muerta por los médicos, sus familiares llevaron “el cadáver” a su residencia de la comunidad de Matanzas, al sur de esta ciudad para darle cristiana sepultura.
No obstante, levantó mucha curiosidad el hecho de que la joven sudaba, supuestamente abrió los ojos y hasta defecó en el ataúd.A pesar de ello, fue sepultada en el Cementerio de la comunidad el pasado domingo, pero por recomendación de una doctora no identificada fue desenterrada y se dijo que anoche volvió abrir los ojos y se defecó de nuevo.
La menor, que habría muerto de manera extraña, el pasado sábado, fue identificada como Loida Emilia Burgos Rosa, de 14 años de edad, hija de Juanito Burgos y Juliana Rosa, quienes residen en la Comunidad Matanzas de Santiago.
Sus familiares indican que fue llevada con vómitos y otros malestares al hospital Infantil Arturo Grullón, donde tras inyectarla y aplicarle algunas medicinas la declararon clínicamente muerta, por lo que se la entregaron a sus parientes que de inmediato prepararon el velatorio.
Sin embargo, al día siguiente, el cadáver no se había puesto tieso, sudaba y muchos alegan que abrió los ojos, lo que provocó que los lugareños dieran riendas suelta a la imaginación y comenzaron atribuirle el hecho actos de brujería.
El experticio médico entregado a los familiares de la menor indica que la misma habría muerto por intoxicación con propanol, un derivado del etanol que se utiliza como medicamento antiséptico y como gas fluido en la fabricación de acetona, pegamento y otros materiales tóxicos. Según su indicación, el propanol se usa como sustancia antimicrobiana que se aplican a un tejido vivo o sobre la piel para reducir la posibilidad de infección, sepsis o putrefacción.
El cadáver de la joven fue sepultado el pasado domingo y desenterrado el lunes por recomendación de una doctora que sugirió velar a la joven por 72 horas.
El “cuerpo inerte” fue llevado a la iglesia del lugar donde la comunidad se congregó para orar por ella y luego fue trasladado a su vivienda, a la espera de que se cumplan las 72 horas establecidas por la médica para enterrarla, pese a la oposición de parientes y vecinos.
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