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RAZONES HISTÓRICAS DE LA ENEMISTAD DOMÍNICO-HAITIANA

Por MILTON OLIVO
Antes de la llegada de Cristóbal Colon a esta isla, la cual hoy está integrada por las Republicas Dominicana y de Haití, era el territorio de los Tainos o Quisqueyanos, los cuales la llamaban Haití, Babeque y Quisqueya. De cuyos habitantes originarios o nativos, según estudios cromosomaticos (2005), descienden el 67% de los actuales habitante s de la Republica Dominicana.
Es interesante anotar que los TAINOS, con más de 6000 años residiendo en la isla, pueblo mulato, marrón o más bien pardo, como registró Cristóbal Colon en su diario; (…Ellos son del color de los naturales de las islas canarias; ni negros ni blancos, más bien pardos. (Jueves 11 de octubre, 1492. Pág. 22, Diario de a bordo de Cristóbal Colon).
El pueblo Taino tenía una sociedad organizada por Regiones o Cacicazgos, con sus gobernadores o Caciques, con sus pueblos o Ayucatabo, regida por sus Alcaldes o Nitaínos. Con sus fuerzas Armadas o Ayucatabó. Sociedad-Nación esta, la cual fue desarticulada por los españoles, al imponerse militarmente por carecer los nativos o indígenas, de armas de hierro. Al mismo tiempo que falsificaron la historia, proclamando incluso la gran mentira de la desaparición de la raza nativa, a la cual los conquistadores le robaron sus riquezas antes de darse cuenta de su valor.
Acerca de los Tainos o Quisqueyanos, leamos la Bula del Papa Paulo III, Roma 1537: “Es malicioso y procedido de codicia infernal y diabólica, el pretexto que se ha querido tomar para molestar, diciendo que son –los Tainos- como animales, brutos e incapaces de reducirse al gremio y fe de la Iglesia Católica: y que, por autoridad Apostólica después de haber sido bien informado, digo y declaro lo contrario, y mando que así los descubiertos como los que adelante se descubriesen, sean tenidos por verdaderos hombres, capaces de la fe y la religión cristiana y que por buenos y blandos medios sean atraídos a ella, sin que se les hagan molestias, agravios, ni vejaciones, ni sean puestos en servidumbre, ni privados del libre uso de sus bienes y haciendas, con pena de excomunión” Latae Ipso Facto in Currinda. (Solorzono y Pereyra, Op. Cit. Tomo I, Pág. 134-135, La Bula de Paulo III)
¿De donde, entonces descienden los haitianos? Son básicamente, los descendientes de los africanos traídos a la Isla por los franceses para ser esclavizados en la parte Oeste ocupada por ellos o Colonia francesa de Saint Domingue, más los mulatos que en realidad son los descendientes de los Tainos que quedaron en esa zona, a partir de la desvataciones del gobernador Osorio en 1606. (Nótese la similitud entre el mulato haitiano y el dominicano.) la cual surgió como consecuencia del Tratado de Nimega firmado en Holanda el 17 de Septiembre de 1678, por España y Francia, reiterado luego con el Tratado de Ryswick en 1697, que puso término a la guerra de los Treinta años (1648-1678), en la que Francia y España lucharon por quedarse con los países Bajos, básicamente, Holanda y Bélgica.
Pero en realidad, la división, y establecimiento formal de los franceses en la parte Oeste de la Isla, se produjo de hecho, a partir del Tratado de Basilea en 1795. La isla La Tortuga, al noroeste, desde 1630 se había convertido en el asiento de los enemigos de España en el área, especialmente por los bucaneros y filibusteros. Que al ser despoblada la zona, (por las devastaciones del Gobernador Osorio, 1606) los franceses e ingleses, lucharon por décadas por apropiarse de nuestro territorio. Intentos estos que fueron frustrados reiteradamente, por las autoridades de la parte Este, hasta años después del Tratado de Basilea.
Este tratado estableció, concretamente que Francia devolvería a España todos los territorios conquistados al Norte de la península Ibérica, a cambio de que la segunda, cediera la parte occidental de la isla de Santo Domingo. Vemos como con nuestro territorio, España resolvía los problemas de sus fracasos militares en Europa, siendo nosotros las victimas y los sacrificados como al día de hoy en pleno 2005, que invadido y calumniado nuestro país, nuestro presidente es agredido.
Entonces, vemos como la nación Taina fue invadida y su sociedad desarticulada, parte de su territorio cedido por el invasor a una tercera, en este caso Francia, Francia lo satura de africanos importados (Más de 500 mil) para ser esclavizados, los cuales al revelarse por su libertad dan nacimiento a un cuarto estado, en este caso Haití, liderado por Jean Jacque Dessalines, (Enero 1, 1804), los cuales declaran la isla, una e indivisible.
Ya en 1801, bajo el mando del líder negro Toussaint L’Ouverture, con el apoyo logístico del gobierno de Jhon Adans Presidente de los Estados Unidos, este derroca al Comisario Francés Rigaud y decreta invadir con 20 mil hombres la parte Este, Desde San Juan de la Maguana, al invadir la parte Este, Toussaint escribió el 4 de enero de 1801, “a todos los habitantes de la parte antes española” : ¡Yo os prometo seguridad y protección, todas las propiedades y propietarios serán respetados……yo os prometo la felicidad y la desgracia: escoged lo que queráis!
Como resultado de su invasión, le fue entregada la llave de la ciudad Capital, de la entonces abandonada colonia española, en una ceremonia el 27 de enero de 1801.
Toussaint L’Ouverture, abandonó la parte oriental a marcha forzada, al tener noticias de la cercanía de una flota naval francesa, que interpretó estaban destinadas a invadir a Haití. Para ese entonces la población haitiana rondaba los 600 mil individuos, contra una población aproximada de la parte Este de 150 mil almas.
Dessalines quien sustituyó al Toussaint en el liderazgo, declaró la creación de la Republica de Haití (1-1-1804), y declarando la isla en su Constitución hasta el día de hoy “Una e indivisible”, motivado por la diplomacia Europea, especialmente francesa, de que en el Este estaban los recursos que necesitaban para pagar a Francia, como compensación por los daños sufrido por los colonos galos en el proceso de la independencia, más lo adeudado a otras naciones.
Dessalines invadió la parte Este el 16 de Febrero de 1805, al mando de 21 mil soldados, todos negros, pues Dessalines había impulsado una guerra de exterminio contra los mulatos de la parte Oeste, en repetidos degüellos.
Al llegar a Santiago, el 28 de Febrero de 1805, testigos de la época relatan que: “Los bárbaros se dirigieron con las armas en la manos al templo, asesinando a roso y bellozo, como suele decirse, y nada los detuvo y como si estuvieran en un campo de batalla, hicieron una carnicería horrorosa manchando de sangre con mano sacrílega el suelo y los altares de la casa de Dios…De allí el que pudo escapó para caer después en manos de los bárbaros que recorrían la ciudad y no perdonaban vida al que encontraran” El monto de las victimas de el denominado degüello de Santiago será por siempre desconocido. Una de las muertes más crueles fue la del cura Juan Vásquez:“fue quemado vivo en el coro, sirviendo de pábulo los escaños y otros objetos combustibles de la iglesia”.
Luego las fuerzas de Dessalines, siguieron rumbo a Santo Domingo, ciudad habitada por algo menos de 6000 personas, la cual sitiaron, pero encontraron esta ciudad amurallada, con una sólida defensa preparada por el experimentado general Francés Louis Ferrand, uno de los capitanes de las fuerzas Napoleónicas enviadas contra Toussaint, que por haber salvado la Ciudad Capital de la destrucción y el incendio a que estaba condenada, es un hombre quien merece a pesar del tiempo, de ser honrado –sugiero- con la ciudadanía póstuma distinguida.
Después de semanas de lucha, los haitianos decidieron abandonar su objetivo de tomar la Ciudad Primada de América, al ver llegar a Santo Domingo una escuadra francesa, se retiraron destruyendo e incendiando todos los pueblos por donde pasaban: Monte Plata, Cotui, San Francisco de Macorís, San José de las Matas, Moca, La Vega, Santiago, Monte Cristy y cuanta aldea o caserío hallaron en el camino, cuyos ganados eran arreados por la tropa hacia la parte occidental.
La tragedia mas grande la sufrió la comunidad de Moca, el 3 de Abril de 1805, cuando el padre Fray Pedro Geraldino, quien bajo la garantía de Dessalines, el cual de regreso de Santo Domingo, había hecho correr la noticia de que Santo Domingo había capitulado, llamó a sus fieles par que asistieran a un Tedeum en acción de gracias porque había terminado la guerra, el cual celebraría en la iglesia parroquial, al acudir el publico en más de 500 personas de todas las edades y sexo: “la soldadesca Haitiana cerro todas las puertas al comenzar la ceremonia… se entregó de lleno al desorden, saciando su furor brutal sobre aquella concurrencia inofensiva, de la que quedaron muy pocas personas con vida, porque hasta el sacerdote que oficiaba fue ensartado en las bayonetas, en medio de la espantosa gritería de aquella horda de salvajes.
De todas las mujeres que estaban en la iglesia solo quedaron con vida dos muchachas que estaban debajo del cadáver de la madre, de la tía o de la persona que la acompañaba, porque se fingieron muertas… cubiertas con la sangre que había derramado el cadáver que tenían encima…En el presbiterio había, por lo menos, 40 niños degollados y encima del altar una señora de santiago, doña Manuela Polanco…con dos o tres heridas mortales de la que estaba agonizando.
Y Doña Antonia David, que resistía a los torpes deseos de uno de aquellos feroces animales fue atravesada de un bayonetazo en la puerta de la iglesia. Don Antonio Geraldino, don Mateo Muñoz y el Capitán del Partido de Moca, Don José Lizardo, sorprendido en sus casas fueron atados a sus respectivas camas y quemados vivos al ser incendiadas las respectivas viviendas por los haitianos.
La población sobreviviente fue acarreada para Haití, juntos con el ganado y los cerdos y las bestias de carga a punta de bayonetas, los ancianos o aquellos que estorbaban la marcha por su estado de debilidad, eran asesinados y cuando la caravana llego al río Esperanza, los apetitos de la soldadesca haitiana se desfogaron sobre las pocas niñas que aun no habían sido violadas, sin tomar en cuenta la tierna edad de muchas de ellas.
El día 1 de Diciembre de 1821, José Núñez de Cáceres, proclama la independencia de la parte Este de la Isla creando; el Estado Independiente de la parte Española de la isla de Haití. La repuesta del entonces presidente de Haití Jean P. Boyer, fue reunir todos los efectivos que pudo, arrojando sobre el territorio oriental dos grandes ejércitos, uno por el Norte, y otro por el Sur, arrasando todo a su paso, llegando a la ciudad de Santo Domingo el 9 de Febrero de 1822, iniciando la ocupación de la isla, la cual fue una terrible y oscura tiranía que se prolongó por 22 largo años. Hasta el 27 de Febrero de 1844, fecha de la independencia nacional y nacimiento de la Republica –denominada- Dominicana.
El 27 de Febrero de 1844, los Trinitarios bajo el liderazgo de Juan Pablo Duarte; Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella anuncian al mundo la fundación de un estado independiente con el nombre de Republica Dominicana, estando el país invadido por los haitianos. Las fuerzas locales Haitianas se entregaron.
El entonces presidente Haitiano Charles Herard, decidió invadir el territorio dominicano el 10 de Marzo, con sus fuerzas divididas en tres grupos: uno por el Valle de Neyba, otro por el centro, y un tercero por el Norte. Los haitianos fueron derrotados en todos sus frentes, lo que provoco la caída del presidente de haitiano.
Charles Herard fue sustituido por el General Pierrot, quien en 1845 invade la parte Este, siendo derrotado. En Noviembre de 1845, las fuerzas Haitianas se proponen tomar Puerto Plata usando los buques President, L’Union, Dieu Protege, L’Signifie, L’Guerrier, y L’Mouch, de la Armada Haitiana, donde también fueron derrotados.
Noviembre de 1848, el Presidente Haitiano General Faustino Soulouque, quien se había convertido en un sangriento dictador, ordena la invasión de la Republica Dominica por el sur y el Oeste, invasión que fue derrotada. El 5 de Marzo de 1849 el General Soulouque ordena otra invasión con más de 12000 hombres, resultando derrotados los haitianos.
Noviembre de 1849. Proclama del Presidente Dominicano Buenaventura Báez: Seis años de guerra defensiva, han inspirado a los haitianos una falsa idea de la fuerza de la Republica y dándole la inmensa ventaja de escoger a su antojo los momentos de ejercer sus hostilidades y el teatro de los combates,,,,, añadiendo, que no era propio de la dignidad nacional agotar los recursos en continuos preparativos para repelerlo, cuando se podía ir con tanta facilidad a buscarlos a su propia casa y hacerles sentir el peso de la guerra en sus personas y propiedades. Ordenando la primera agresión nuestra contra los haitianos, despachando una expedición naval, apresando numerosas embarcaciones, echando a pique otras, e incendiando algunas poblaciones, concluyendo en un rotundo éxito.
30 de mayo de 1855, General Soulouque, quien se había declarado emperador con el nombre de Faustino I, ordena invadir el Este con un cuerpo de caballería, para probar la supuesta decisión de las potencias de garantizar la independencia dominicana. Agresión que fue rechazada por nuestra población, ante la indiferencia de las potencias. Reafirmando la experiencia histórica de que solo podemos confiar en nuestras propias fuerzas.
En Diciembre de 1855, Soulouque preparo la ofensiva más grande que se había desarrollado en la isla, organizo tres grupos de ejército con un total de 30,000 hombres, bien equipado y con el mejor armamento de la época, arrojándolos sobre la Republica Dominicana. Resultado, derrota.
Entonces el presidente haitiano trató de justificar su derrota, con una proclama, arguyendo ante su pueblo que si emprendió la aventura de cruzar la frontera, fue llamado por los dominicanos. Donde concluía, con una exhortación tan grandilocuente como ridícula: “Volad valientes soldados, volved a vuestros hogares, erguid la cabeza, levantada la frente, y lleno de orgullo vuestro pecho, por haber cumplido con vuestro deber”.
A partir del fracaso reiterado de las invasiones militares, el sucesor del presidente Soulouque, el presidente Geffrard, manifestó su comprensión de las inmensas posibilidades que un sistema de penetración pacifica podría proporcionar, para conseguir su magno objetivo de controlar toda la isla.
Provocando esta invasión pacifica luego, una situación tal, que en mayo del 1860, Lavastida escribe al presidente Pedro Santana lo siguiente: Todos están sacando sus animales de San Juan y Las Matas y hay tal desconfianza en Azua y tal es el pánico que se ha apoderado de ellos, que ya se habla y se trata de embarcar mercancías para acá y de sacar algunas familias, y el primero que lo haga será la campana del desorden y de la perdida de aquella provincia. No podemos impedírselo porque ellos ven que el gobierno no toma medidas activas y eficaces. (La Republica Dominicana, Ramón M. Aristy, Pág. 428)/
A partir de entonces, los haitianos han seguido su política de invasión pacifica, además de alimentar las discordias internas, prestando ayuda económica y de armamentos a una de las partes en nuestros conflictos intestinos, alimentando una perpetua inestabilidad, hasta la invasión Norteamericana de 1916, donde fueron incautadas millares de las denominadas carabinas belga-haitiana. La invasión haitiana fue detenida por un tiempo razonable, con la drástica decisión del Presidente Trujillo, del 2 de octubre de 1937, al dar la orden a las Fuerzas Armadas dominicana de eliminar todos los nacionales haitianos residentes en el país. Orden que se cumplió inexorablemente por varios días. Para unos fue la venganza histórica de tanta agresión acumulada, para otros, fue una reacción, cansado de tantas denuncia que por robo y otras fechorías denunciaban los ciudadanos dominicanos, que eran victima de los inmigrantes ilegales haitianos.
Constituyendo el segundo acto de repuesta violenta a los haitianos.
“Desde que los haitianos nos pierden del miedo, nos dan sus mordidas” han afirmado siempre los abuelos. Y por desgracia, en el presente, la situación es más grave que nunca. Por la enorme cantidad de ilegales existentes, que según estimaciones, supera el millón. Saturan nuestros barrios residenciales y como hormigas aparecen de entre nuestras construcciones no habitadas o inconclusas, talan e incendian nuestros bosques, desplazan nuestros trabajadores, abarrotan nuestros centros de salud, y cada vez mas se integran a la delincuencia amenazando la seguridad de nuestros ciudadanos.
Los haitianos se quejan de que son maltratados en territorio dominicano y los dominicanos se quejan de la invasión irregular que están sufriendo, y porque no quieren haitianos en su territorio. En el presente, los diversos estallidos de violencia espontánea de ciudadanos, en diversas y lejanas comunidades dominicanos desalojando los nacionales haitianos residentes, como resultado de crímenes u acciones violentas protagonizada por ellos, posiblemente son señales que nos indican que se está incubando, en el seno del pueblo dominicano el tercer acto de repuesta contra la descontrolada presencia de nacionales haitianos.
Por desgracia, las potencias mediadoras en este conflicto, son precisamente aquellas naciones que en su momento crearon el problema. Y que realmente nunca han dado señales objetivas de ayudar a Haití a salir de su secular miseria, ayudando a cargar parte del fardo que históricamente la Republica Dominicana ha tenido que soportar, además de tener que defendernos militarmente contra sus ridículas pretensiones de que la isla les pertenece.
Triste papel el nuestro en tiempo de paz, mientras, donde además de soportar la situación de ser victimas de su masiva invasión, ser los obligados abogados del pueblo haitiano. Mientras los Diplomáticos Europeos embriagados de protocolo y perfumados de coñac analizan el asunto, nuestros ciudadanos se desesperan. Quiera Dios que en este caso, la historia no sea un profeta con la mirada vuelta hacia atrás.
Es mentira que el pueblo Dominicanos odia a los haitianos, realmente existe en la población dominicana cierta innata suspicacia ante ellos, justificada por evidentes razones histórica, pero la mayor ambición de los dominicanos, es estar en la mayor paz y armonía con los haitianos, claro, ellos en Haití y nosotros aquí. Nada más.
Ha sabiendas del triste y desolador cuadro de la situación haitiana; un país superpoblado, incapaz de mantener una creciente e inmensa población, suelos erosionados, ausencia de recursos humanos necesarios, cero industrialización…..nos viene a la memoria la propuesta de solución de este problema, planteada a finales del 1940, por el eminente jurista dominicano, Don Carlos Augustos Sánchez y Sánchez cuando planteo lo siguiente: Podríamos dentro de la Organización Panamericana y por medio de un concierto internacional, buscarle patria a eso elementos haitianos, que aun vegetan en condiciones de tribu y buscársela en una región del globo apta al desarrollo de sus peculiares modalidades de vida. Y colocado bajo un mandato internacional, asesorados por un organismo internacional, donde podrán vivir como seres humanos, conformes con su destino y mejorando a ritmo de tiempo lento, pero ajenos al hado trágico que anime el ruido de armas y de disparos en el ámbito del Continente Americano.

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