POR LUIS D. SANTAMARIA
BOYA, Monte Plata.- Con
numerosas actividades educativas y culturales fue conmemorado en esta comunidad
un aniversario más de la muerte del valeroso y emblemático representante de
nuestra raza aborigen, el Cacique Enriquillo.
Las
actividades conmemorativas contaron con la asistencia de autoridades, educadores,
estudiantes e intelectuales en que se resaltó la heroicidad y valentía del Cacique Enriquillo
Boyá, distrito municipal de la
provincia Monte Plata se considera como el último reducto de nuestra raza
aborigen y se dice que los restos mortales del Cacique Enriquillo descansan en
este lugar.
En
la actividad, fue puesto en circulación el libro: Enriquillo, Guerrillero de
América, de la autoría de la licenciada Lidia Martínez de Macarrulla.
Además,
se llevó a cabo diversas actividades culturales, organizada por la Asociación
de Escritores de la Provincia Monte Plata, la Dirección del Ministerio de
Cultura y otras instituciones, como poesía escolar, cabalgatas, exhibición
artesanal, caracterización alusiva a la raza indígena y otras.
Asistieron:
el gobernador provincial, Nicio Rosario (Emilio), el Director Regional de
Educación, Jesús Manuel Soriano, entre otros.
LA REBELION DE ENRIQUILLO
Trece años de insurrección del
cacique Enriquillo costaron a la monarquía española más de 40,000 pesos oro.
Asaltos, incendios, correrías, muerte de españoles y un peligroso ejemplo para
los esclavos, que ya para fines de la década de 1520 sumaban miles en la parte
sur de la isla, dedicados a la producción de caña de azúcar. Su estilo de lucha
y el método que aplicó de guerra irregular, fue expresión de astucia, paciencia
y prudencia; el eficiente servicio de información y abastecimiento que organizó
en la región, en las altas montañas de la sierra, le hicieron invencible.
Un verdadero jefe militar, gran capitán, capaz
de enfrentar y vencer a los representantes de la nación más poderosa del mundo
en ese entonces. Su resistencia obligó al rey de España a comisionar a
Francisco de Barrionuevo para poner fin, por vía de la negociación o de la
fuerza, al largo conflicto que intranquilizaba la colonia.
Enrique del Bahoruco, como se le
conocía originalmente, recibió a Barrionuevo, en su primera entrevista,
portador de una carta de Carlos y, en la Isla Cabritos, del lago Comendador,
hoy lago Enriquillo. Minado por la tuberculosis, “de baja estatura, de
complexión física robusta, con rostro severo y feo, picado de viruelas, astuto
y callado”, según lo describe Barrionuevo, el capitán invicto, negoció y aceptó
parte de los ofrecimientos del monarca español.
Esos acuerdos nunca llegaron a ejecutarse a
plenitud; el Cacique asumió a partir de ese momento una actitud pacífica. Nunca
bajó de la sierra y aunque se habla de una visita a Santo Domingo acompañado de
su esposa, nada confirma ese hecho. Convirtiéndose por el éxito de sus
negociaciones en el “Libertador de los quisqueyanos”.
Según una antiquísima tradición,
el cacique Enriquillo se asentó en el área que es hoy la provincia de Monte
Plata, y residió en el yucateque (pueblo) de Boya donde falleció. La tumba del
Libertador se convirtió en lugar de peregrinación por parte de los nativos y
por esta razón los españoles decidieron construir sobre su tumba la iglesia de
Agua Santa de la comunidad de Boya en la Provincia de Monte Plata, para
dislocar el verdadero lugar del santuario de semejante líder. También se afirma
que el Cacique murió alrededor de 1536 de unos 40 años de edad.
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