3 millones de apóstoles para la doctrina del cambio

Por Luis AnĆ­bal Medrano S.
Uno de los aspirantes a la presidencia de la RepĆŗblica Dominicana por el Partido Revolucionario Moderno (PRM), ha iniciado una serie de propuestas que tocan puntos neurĆ”lgicos de la situación actual del paĆ­s, situación esta que sólo la ceguera de la pasión polĆ­tica o los lentes oscuros del beneficio particular no permite ver y sentir. 
El economista Luis Rodolfo Abinader Corona viene exponiendo su prĆ©dica que lo estĆ” trasladando a diferentes puntos de la geografĆ­a nacional con temas como la educación de calidad, la lucha contra la corrupción y la impunidad, mĆ”s empleos, mejorĆ­a de la seguridad ciudadana, deporte, juventud, entre otros no menos importantes temas. 
Abinader viene planteando sobre el modelo económico ideal y todo eso lo sustenta sobre la base de que para tener un paĆ­s diferente, la unidad por el cambio debe ser social y polĆ­tica, es un planteamiento certero y aplicable para lograr un gobierno que procure el bienestar colectivo y no el particular. 
De igual manera comprendemos que, al igual que el, diversos economistas plantean con ahĆ­nco que en el contexto actual de una economĆ­a internacional frĆ”gil y turbulenta, la creación de empleos es la prioridad mundial mĆ”s acuciante en materia de desarrollo y basan ese planteamiento en que la aspiración de contar con empleos y medios de vida mĆ”s remuneradores y basados en la dignidad y el respeto constituye un objetivo de desarrollo con el que se identifica la gente en todas partes del mundo. 
Creemos que es impostergable mejorar la calidad de la educación en la RepĆŗblica Dominicana, donde los estĆ”ndares de las escuelas pĆŗblicas han sido deficientes. No basta con estudiar las polĆ­ticas de educación a nivel macro, que articula el gobierno y ejecuta el Ministerio de Educación. Lo que se promete o se prevĆ© en teorĆ­a, regularmente difiere considerablemente de lo que sucede en los planteles escolares. Es importante comprender a nivel micro el funcionamiento concreto de las escuelas cuando se aplican las polĆ­ticas educativas dirigidas a mejorar la calidad de la educación.  
Estamos de acuerdo de que hay que combatir la corrupción y la impunidad, pero en todos sus niveles, la omisión de responsabilidades tambiĆ©n es un acto de corrupción, en consecuencia nadie debe estar en desacuerdo con esta lucha en contra de dos de los mayores males que aquejan a nuestro paĆ­s. 
La lucha contra la corrupción y la impunidad debe ser emprendida no sólo contra los polĆ­ticos, debe abarcar otros Ć”mbitos de la sociedad que de una u otra manera promueven y durante mucho tiempo han ejercido esa mala prĆ”ctica. 
Se impone la tarea de articular un sistema adecuado de prevención y control del delito, que surja como producto de un minucioso y amplio estudio de la situación en sus diferentes Ć”mbitos. Una especie de "Estrategia Nacional sobre Prevención Delictiva y Seguridad Comunitaria" y la implementación de un “Consejo Nacional de Prevención de la Delincuencia”, que se encargue de la aplicación de las diferentes etapas de dicha estrategia, pero conformado por organismos existentes relacionados con el tema

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