José Rafael Sosa
¿Cuál ha de
ser la misión más importante del artista de la escena: ¿producir una gran obra,
tener el mejor criterio para seleccionar los contenidos a montar o garantizar
la formación de las nuevas generaciones que darán continuidad a milagro de una
inolvidable relación entre público y artistas en el entablado?
Tras las lágrimas y la emoción que embargan al
espectador con la última escena del musical Fama, queda claro que los tres
objetivos superiores del arte escénico, no son mutuamente excluyentes y que pueden
ser posibles
Jam Academy entrega con garbo al escenario del
musical una nueva generación de talentos. Emocionan el mensaje, la sincronía y
la expresividad plástica de estos muchachos. Estimulan la perfección de sus
habilidades al canto, afinados, sensibles, fuertes o intimistas giros del tono
al interpretar los pasajes del drama de superación de los propios limites
cuando de formarse como artistas de la escena se trata.
Representando en la relanzada, tras casi once años
de abandono irresponsable, sala Manuel Rueda de la Escuela Nacional de Arte Escénico que ha
quedado perfecta, acogedora, cómoda (y a la que solo le hace falta una
fumigación que la deje libre de mosquitos).
Fama, con música original de Steve Margoshes, libreto de Jose Fernández
y letras de Jacques Levy, se ubica en New York entre 1980 y 1984, presentando
el ambiente de jóvenes que se preparan para para triunfar mediante su entrenamiento en la High School of
Performing Arts (Escuela Superior de Artes Interpretativas).
La personificación de sus juveniles personajes por
parte d estos chicos y chicas, toma por sorpresa al espectador que no sabe con
que se va a encontrar: una impecable ejecución de los giros de la danza pop,
una armonía coral durante las canciones colectivamente interpretadas y unos
solos de vocalistas de varones y hembras, que cargaron de emoción y
sensibilidad todo el ambiente.
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