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Erudito y Padre de la literatura Mexicana

Por Araceli Aguilar Salgado 

 


“El valor no consiste en la bilis, ni en la sangre; consiste en la dignidad.“ Ignacio Manuel Altamirano


Ignacio Homobono Serapio Altamirano Basilio, fruto de la mezcla racial entre indios, negros y mulatos, Ignacio era un mestizo de lengua náhuatl, procedente de Tixtla del Estado de Guerrero, Nació el 13 de noviembre de 1834. Su padre era Francisco Altamirano y su madre Juana Gertrudis Basilio, según la fe de bautismo, su nombre completo era Ignacio Homobono Serapio Altamirano Basilio. 

Ignacio vivió su niñez en un pueblo rodeado de verdes serranías, los ríos, el lago y los manantiales del lugar facilitaban las cosechas de maíz, frijol, verduras, naranjas, limones, plátanos, zapotes, chirimoyas e incluso de mangos, melones y sandías.  

No obstante, el jardín florido de Tixtla compartía el espacio con la humildad de muchos de sus habitantes, ignorante del castellano, el niño Altamirano fue alumno de primeras letras en la escuela de Cayetano de la Vega, en el barrio de Santiago, donde aprendió el catecismo y nociones de lectura, escritura y aritmética.  


En ello influyó el nombramiento de su padre como alcalde del pueblo en 1848, a los trece años de edad, Ignacio ya había sido ayudante de herrero y de pintor. 

Más la fortuna llegó a este muchacho bajo la forma de un decreto del gobierno del Estado de México que exhortaba al envío de los alumnos con las mejores calificaciones para continuar sus estudios en la capital mexiquense con el apoyo de una beca otorgada por Ignacio Ramírez, de quien fue discípulo.  

En 1849 estudió en el Instituto Literario de Toluca, y derecho en el Colegio de San Juan de Letrán. Perteneció a asociaciones académicas y literarias como el Conservatorio Dramático Mexicano, la Sociedad Nezahualcóyotl, la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, el Liceo Hidalgo y el Club Álvarez. 

Gran defensor del liberalismo, tomó parte en la revolución de Ayutla en 1854 contra el santanismo, más tarde en la guerra de Reforma y combatió contra la invasión francesa en 1863.  

Después de este periodo de conflictos militares, Altamirano se dedicó a la docencia, trabajando como maestro en la Escuela Nacional Preparatoria, en la de Escuela Superior de Comercio y Administración y en la Escuela Nacional de Maestros; también trabajó en la prensa, en donde junto con Guillermo Prieto e Ignacio Ramírez fundó el Correo de México y con Gonzalo A. Esteva la revista literaria El Renacimiento, en la que colaboran escritores de todas las tendencias literarias, ideológicas y políticas, que tenía entre sus principales objetivos suscitar el resurgimiento de las letras mexicanas y fomentar la noción de unidad e identidad nacional. Fundó varios periódicos y revistas como: El Correo de México, El Renacimiento, El Federalista, La Tribuna y La República. 

Para 1861 en la actividad pública, se desempeñó como diputado en el Congreso de la Unión en tres períodos, durante los cuales abogó por la instrucción primaria gratuita, laica y obligatoria.  

Fue también procurador General de la República, fiscal, magistrado y presidente de la Suprema Corte, así como oficial mayor del Ministerio de Fomento.  

También trabajó en el servicio diplomático mexicano, desempeñándose como cónsul en Barcelona y París. 

Sentó las bases de la instrucción primaria gratuita, laica y obligatoria el 5 de febrero de 1882.  

Fundó el Liceo de Puebla y la Escuela Normal de Profesores de México y escribió varios libros de gran éxito en su época, en que cultivó diferentes estilos y géneros literarios. Sus estudios críticos se publicaron en revistas literarias de México.  

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