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Episcopado Dominicana se pronuncia contra el aborto y advierte nadie está por encima de la ley


SANTO DOMINGO.-
 El Episcopado dominicano envió este domingo a los diferentes medios de comunicación un documento en el que expresa su desacuerdo a que en el país se apruebe el aborto en las tres causales.

El comunicado cuenta con 12 puntos en donde explican detalladamente la razón de su rechazo a la interrupción del embarazo voluntario, bajo cualquier circunstancia.Recuerda además, que nadie está por encima de la ley.

A continuación el documento enviado Parte del comunicado ante el resurgimiento de las causales del aborto:

1. Como pastores de la Iglesia Católica en la República Dominicana nos dirigimos a nuestro amado pueblo, apenas finalizado un año tan difícil como lo fue el 2020 con la pandemia del COVID-19, debido al surgimiento de la discusión del tema de las causales del aborto en el foro nacional, lo cual provoca tanta confusión entre la gente. Nuestra intención no es presentar una doctrina nueva, sino enfatizar lo que siempre hemos dicho al respecto, en consonancia con el Magisterio de la Iglesia Católica.

2. La Nación Dominicana está indisolublemente unida a Dios, al Dios de la vida, al Dios del amor. Nuestro lema patrio “Dios, Patria y Libertad”, pone a Dios como el centro de los valores nacionales. Cuando tratamos sobre la vida humana, los cristianos la entendemos como un don de Dios, por haber sido creados “a imagen y semejanza suya” (Gén. 1,26). Los demás creyentes la entienden como una realidad sagrada con una dignidad inherente en sí misma.

3. La vida es el primer derecho civil del que se hace mención en nuestra Constitución en su art. 37, que reza: “El derecho a la vida es inviolable desde la concepción hasta la muerte”. La vida es un derecho anterior a toda legislación. Sin vida no hay posibilidades de disfrutar de ningún otro derecho. Según nuestra propia Constitución, el Estado no puede aplicar la pena de muerte ni siquiera a los peores delincuentes, ya que dice: “No podrá establecerse, pronunciarse ni aplicarse, en ningún caso, la pena de muerte”. Entonces, ¿Cómo aceptar que en nuestro país se consagre el aborto, en las llamadas tres causales, en las que se quita la vida a criaturas inocentes, al nasciturus (el niño por nacer)?

3. La supremacía constitucional se impone tanto a gobernantes como a gobernados. Así como nadie está por encima de la ley, por encumbrada que sea su posición, aún con más razón, nadie está por encima de la Constitución, que es la “norma suprema del ordenamiento jurídico del Estado”. Los gobernantes toman posesión de sus cargos con juramento de defender, no las ideas propias o la ideología de un partido, sino la Constitución vigente, por lo que no se puede legislar contra ella. De ahí que: “Son nulos de pleno derecho toda ley, decreto, resolución, reglamento o acto contrarios a esta Constitución” (art. 6).

4. La ciencia demuestra que el niño en el vientre de su madre tiene una vida individual, con identidad genética propia y unicidad e irrepetibilidad comprobada. El no nacido no es una vida parcial, que en su proceso de desarrollo se convertirá en ser humano, sino que se desarrolla ya desde sus inicios como un ser humano. Con el avance de la medicina (genética y embriología, entre otros) se va demostrando cada vez con más precisión que hay vida humana ya desde el momento de la concepción.

5. Incorporar el aborto en nuestra legislación, en cualquier circunstancia, es una flagrante violación constitucional, y un golpe al Estado Social y Democrático de Derecho. Aprobar las llamadas tres causales sería una grave violación al derecho a la vida que solo se podría basar en una interpretación errada de la Constitución, pues la misma debe atender al espíritu y finalidad de las normas. El artículo 37 de nuestra Constitución es tan luminoso, que cabría aplicar el principio jurídico que dice: in claris non fit interpretatio (en lo claro no se necesita interpretación).

6. El Papa Francisco nos recuerda que el aborto forma parte de lo que él mismo llama la cultura del descarte. En tiempos de ignorancia, el sacrificio de niños formó parte de la actividad de religiones y culturas antiguas que, en un cruel y erróneo modo de buscar victorias en la guerra o lluvias y buenas cosechas, asesinaban a sus pequeños indefensos. Hoy en día el espíritu del perverso de Herodes, victimario de inocentes, sigue presente en Congresos, Gobiernos y Organismos Internacionales para sostener la cultura del hedonismo y del materialismo, que tanto destruye al ser humano. Muy diferente fue la actitud valiente de María, mujer íntegra, que defendió la vida de su hijo, a costa de arriesgar la suya propia; muchos siglos después, una mujer cristiana, la Madre Teresa de Calcuta, tuvo la valentía de pedir que toda mujer del mundo que no deseara a su hijo, se lo diera para ella misma cuidarlo.

7. Nos estremece saber que en nuestra sociedad hay quienes piensan que sacrificar niños inocentes bajo apelativos eufemísticos como decisión sobre el propio cuerpo, empoderamiento femenino o derechos sexuales y reproductivos puede ser visto como parte del auténtico progreso. Provoca perplejidad e indignación ver seres humanos que celebren el que una madre pueda asesinar a su propio hijo, y que se pretenda convertir tal cosa en un derecho.

8. Apelamos a nuestros gobernantes y legisladores, elegidos para representar a nuestro pueblo, a que defiendan el parecer de la mayoría de ese mismo pueblo que desea que se respete y se defienda la vida. Les exhortamos a que no se sometan a la presión de una minoría apoyada política y económicamente desde intereses que son ajenos a los de nuestra querida Nación y que inciden negativamente desde algunos sectores de la vida nacional. La historia ha mostrado que acoger las causales ha sido el camino en todos los países para dar paso paulatinamente al aborto libre.

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