Escucho personas que decir que las luchas cívicas no van servir de nada, que al final el gobierno va hacer lo que le dé la gana. Es más fácil buscar excusas que buscar soluciones, y siempre estarán quienes buscan darle un sentido lógico a su cobardía o su falta de amor al prójimo.
Por suerte están los que toman el camino menos fácil (pero más satisfactorio), esos que no renuncian al sueño de vivir en un país mejor; esas personas que luchan por sus derechos, y por los derechos de aquellos que no se atreven a luchar. Esos son los que le han dado forma al mundo, los que han logrado las conquistas que hoy disfrutamos.
Este domingo 12 de agosto, ha sido convocada la Marcha del Millón. Una oportunidad para mostrar nuestra indignación, para salir del rincón de la indiferencia y enfrentar los males que nos afectan. Una lucha cívica y pacífica, pero firme y determinada.
Cambiemos la frase “esto se jodió”, por “esto lo vamos a arreglar”. Quitemos de nuestra mente la idea de que “esto no lo cambia nadie”, y asumamos que “esto hay que cambiarlo y yo soy parte de ese cambio”.
Como pueblo, tomémonos fuerte de las manos y caminemos juntos por aquellas cosas que nos unen. Dejemos nuestras diferencias guardadas para cuando tengamos la oportunidad de abordarlas. Ahora es el tiempo de la unidad.
Este domingo, estaré a las 9:00 a.m. en la 27 de Febrero con Tiradentes, y espero ver ahí los rostros de los dominicanos que estamos continuando la obra de Duarte, de Luperón y de Caamaño. Desde ahí avanzaremos hacia la Suprema Corte y la Procuraduría, como avanzaban los criollos en las luchas de independencia, como los patriotas restauradores, avanzaremos como aquel pueblo que en 1965 desafió los tanques y los aviones en la cabeza del Puente Duarte. Y así como decía el coronel Juan María Lora Fernández: “si grande es nuestro enemigo, mayor será nuestro arrojo y determinación”.
La lucha es ahora. ¡Allá no vemos!
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