Por Roberto Valenzuela
El historiador Bernardo Vega relata la forma como el gobierno militar norteamericano (de 1916 a 1924) organizĂł los puertos dominicanos, aumentando las recaudaciones de Aduanas, pero brotaron los conflictos con HaitĂ.
Al ser RepĂșblica Dominicana una colonia militar norteamericana y ubicada en una zona importante entre las islas del Caribe, elaborĂł un plan para controlar y mejorar la comunicaciĂłn a lo interno de la isla, pero tambiĂ©n en el contacto de los dominicanos con el extranjero.
El primer paso de las tropas norteamericanas fue apoderarse de los puertos de Montecristi, San Pedro de MacorĂs, Barahona, Azua, Santo Domingo, SamanĂĄ. La idea fue tener el control de todas las embarcaciones que entraban y salĂan del paĂs, ademĂĄs de controlar el comercio dominicano con todas las islas vecinas y las grandes potencias econĂłmicas.
El gobierno militar se encargĂł de la reparaciĂłn o adecuaciĂłn de todos los puertos dominicanos, entrenando el personal tĂ©cnico que debĂa trabajar en las aduanas.
Sin embargo, surgiĂł un inconveniente en que comenzaron a bajar las recaudaciones de Aduanas por aumento del contrabando entre HaitĂ y RepĂșblica Dominicana. Bernardo Vega explica que el personal diplomĂĄtico norteamericano rindiĂł un informe a las autoridades de su paĂs, explicando que una de las personas que estaba dirigiendo el contrabando hacia HaitĂ era el general Desiderio Arias.
El general Arias era senador de Montecristi por el Partido Liberal; y distintos documentos del Archivo General de la NaciĂłn señalan que su incidencia en toda la LĂnea Noroeste se debe a los controles que ejercĂa sobre la aduana de Montecristi y al comercio ilegal con HaitĂ.
Asesinar a Desiderio
Bernardo Vega escribiĂł el libro “Desiderio Arias y Trujillo se escriben”, para lo cual logrĂł recopilar una serie de documentos secretos, informes y cartas del personal diplomĂĄtico de Estados Unidos, donde explicaban que Arias es un bandido, salteador, malhechor.
Una de las actividades delictivas era que Desiderio Arias y sus seguidores (miembros y dirigentes del Partido Liberal) se dedicaban al contrabando y comercio ilegal con delincuentes haitianos, valiĂ©ndose de su condiciĂłn de senador y general caudillo que controlaba la LĂnea Noroeste.
La delegaciĂłn norteamericana se mostraba molesta y desconcertada en sus informes a las autoridades de su paĂs. Y sugerĂa, con insistencia, que la soluciĂłn era asesinar al general Arias. O sea, parece que ellos decĂan la frase que “muerto el perro, se acabĂł la rabia”. Es decir, muerto Desiderio se iban acabar sus actividades mafiosas con HaitĂ, el cual afectan las recaudaciones aduanales.
Como es lĂłgico, si no hay buenos cobros por los puertos, tampoco Estados Unidos lograrĂĄ recaudar fondos de su colonia de Santo Domingo. Entonces, su empresa de invadir la isla le causa un problema, mĂĄs que una ventaja.
Para esa Ă©poca una de las provincias mĂĄs ricas era Montecristi, su puerto era uno de los principales del paĂs y de la regiĂłn del Caribe. Era visitada por un enorme caudal de comerciantes y turistas extranjeros.
El libro:
AdemĂĄs de documentos del personal diplomĂĄtico estadounidense en RepĂșblica Dominicana, la obra de Bernardo Vega recoge correspondencias inĂ©ditas, entre el dictador Rafael L. Trujillo y el general Desiderio Arias. Son cincuenta y cinco cartas y telegramas intercambiados desde la juramentaciĂłn de Trujillo en la presidencia de la RepĂșblica, en agosto de 1930 y el alzamiento y la muerte de Arias.
Lo que quiere decir que el general Desiderio sobreviviĂł a las tropas norteamericanas (1916-1924) , para morir en una emboscada del ejĂ©rcito de Trujillo, en junio de 1931. Con su muerte se cierra un capĂtulo con Ă©l Ășltimo cacique conchoprimista.
Hasta la salida del libro de Bernardo Vega, sobre la vida de Arias solo tenĂamos mitos o leyendas, todo por medio de la tradiciĂłn oral y algunas historias viciadas y alteradas sobre la prensa de la Ă©poca.
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